Flipped learning: 10 cosas que debe saber cualquier experto en formación
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Si te dedicas a la formación y el desarrollo, últimamente habrás oído hablar mucho del flipped learning. En esencia, consiste en coger los contenidos que en un programa tradicional impartiría el formador, darles un nuevo formato, y proporcionárselos al alumno para que se los prepare fuera del aula.
Este modelo permite que el tiempo de contacto con el formador se pueda dedicar a profundizar en los aspectos más importantes, a poner en práctica las habilidades adquiridas, y a compartir conocimientos. También permite que la formación sea más personalizada, ya que le da más control al trabajador sobre qué, cómo y cuándo aprende. Su aprendizaje se puede ajustar a lo que necesita para su trabajo, ahorrándole a la empresa horas y horas de formación mal aprovechada.
¿Suena bien? ¡Sin duda! Pero, como con cualquier nueva tendencia en el mundo de la formación, te vas a encontrar con un montón de proveedores que se han apuntado al carro sin saber realmente en qué consiste. En este artículo te contamos diez cosas que te ayudarán a entender cómo funciona el flipped learning y a valorar si está bien diseñado o no. Lee con atención para acabar con los mitos y descubrir lo que debes hacer para que funcione de verdad.
1. El flipped learning no es aprendizaje autodirigido online
El flipped learning no consiste en trasladar todos los contenidos de formación de tu empresa a cursos online y pretender que el alumno lo haga todo por su cuenta. El contacto con el formador es crucial, ya que permite al alumno profundizar en el material que ha estudiado antes de la sesión.
Adicionalmente, un curso de flipped learning bien diseñado también potenciará el contacto entre los alumnos fuera del aula (a través de foros online, proyectos de colaboración, etc.).
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2. El flipped learning no consiste en sustituir al formador por vídeos
Uno de los mitos más extendidos sobre el flipped learning es que la mayoría de las sesiones presenciales se sustituyen por vídeos. Es cierto que parte del material que recibe el alumno para trabajar antes de clase pueden ser vídeos (más adelante profundizaremos en esto).
La función del formador será actuar como facilitador en las sesiones de formación, para ayudar a los alumnos a poner en práctica lo aprendido y desarrollar sus competencias.
Pero los vídeos no son el elemento central de este modelo de formación. El papel del formador sigue siendo crucial. En lugar de dedicarse casi exclusivamente a impartir contenidos, su función es actuar como facilitador en las sesiones de formación, para ayudar a los alumnos a poner en práctica lo aprendido y desarrollar sus competencias. Siguen haciendo falta formadores expertos para gestionar el flipped classroom; lo que sí es cierto es que probablemente haga falta menos tiempo de contacto con el formador que en los modelos tradicionales.
3. El flipped learning es más que blended learning
El blended learning consiste en mezclar distintos tipos de formación digital con métodos más tradicionales de aprendizaje en el aula. A menudo, el flipped learning hace exactamente lo mismo, ya que combina cursos online y sesiones presenciales con el formador.
Sin embargo, el flipped learning no es otra forma más de blended learning—es un modelo formativo que potencia el aprendizaje activo. El flipped learning se centra en lograr que el alumno ponga en práctica en el aula lo aprendido antes de la sesión, permitiendo que tanto los alumnos como el formador usen el tiempo de clase para entrar a fondo en el material. Con este modelo, el objetivo principal de la sesión es la puesta en práctica de las competencias más necesarias para el trabajador.
4. Hace falta que el material previo esté bien diseñado
¿Cómo motivar a los alumnos para que revisen los contenidos antes de llegar al aula? Si el alumno no completa sus tareas antes de clase, el flipped learning no puede funcionar, ya que el formador tendrá que dedicar un tiempo de contacto muy valioso a poner al día a los que no se han familiarizado con los contenidos con antelación.
Para lograr que los alumnos se impliquen, hay que emplear formatos variados para ofrecerles distintas maneras de acercarse a los contenidos
Pero la cosa no consiste en hacer vídeos llamativos y caros, por mucho que insistan las empresas que intentan venderte lo último en creación de contenidos. Sí, los vídeos son una herramienta muy eficaz y está demostrado que potencian el aprendizaje. Pero, para lograr que los alumnos se impliquen, hay que emplear formatos variados para ofrecerles distintas maneras de acercarse a los contenidos—no basta solo con ver vídeos. ¿Y la buena noticia? Que, una vez creados los materiales, se pueden aplicar economías de escala, y pueden acceder a ellos un gran número de empleados.
5. Te tendrás que deshacer de las presentaciones en PowerPoint
Sí, somos conscientes de que alguien, en algún momento, ha dedicado mucho tiempo, esfuerzo y recursos a preparar el material existente. Y el contenido será, sin duda, un buen punto de partida para el diseño de vuestro programa de flipped learning.
Pero hará falta, como mínimo, un cambio de formato antes de presentarles el material a los alumnos. Limitarse a coger una presentación de PowerPoint, grabarle encima el sonido, y pretender que el alumno se entusiasme con el larguísimo vídeo resultante es muy poco realista.
6. La clave está en el formato: mini y compatible con el móvil
¿Qué puedes hacer, entonces, para lograr que el alumno se implique fuera del aula? Hoy en día, se da por hecho que el material tiene que ser accesible desde un dispositivo móvil. También ayuda dividirlo en fragmentos de corta duración (otro motivo por el cual un PowerPoint eterno con voz en off no suele ser buena idea).
Repartir el material en sesiones mini facilita que los alumnos puedan realizar las actividades en cualquier momento y lugar, y les ayuda a recordar lo aprendido.
7. El flipped learning requiere más interacción entre alumno y formador
Repartir el material en sesiones mini facilita que los alumnos puedan realizar las actividades en cualquier momento y lugar, y les ayuda a recordar lo aprendido.
Importante: NO nos referimos a más tiempo con el profesor; de hecho, el flipped learning suele exigir menos tiempo de contacto con el formador que la formación tradicional.
La clave del flipped learning reside en cómo se emplea ese tiempo de contacto: en lugar de asumir una actitud de escucha pasiva, los alumnos interactúan con el formador, que ya no se limita a impartir el material didáctico. Esto significa que las horas costosas de formación (costosas no solo en términos de la tarifa de un formador experto, sino también del tiempo que le dedican los trabajadores, que se lo restan a sus horas de trabajo) se aprovechan al máximo, ya que se emplean en actividades en las que los alumnos ponen en práctica lo aprendido[VUP3] , aplicándolo a su propio contexto.
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8. El flipped learning confiere poder de decisión al trabajador
Al permitir que sea el trabajador quien decide en qué se tiene que centrar su aprendizaje, el flipped learning le cede parte del control sobre el proceso. Esto no solo es más rentable (ya que el empleado se centra en lo que es más relevante y necesario), también siginifica que el ritmo de aprendizaje se adapta a las necesidades de unos y otros. Este modelo permite que sea el alumno quien decide dónde y cuándo estudia, lo cual supone un cambio importante con respecto a la formación tradicional.
9. Es necesario concienciar a los trabajadores
Para que el flipped learning funcione, es fundamental que el alumno esté motivado; no solo es necesario que complete las tareas con antelación, también hace falta que se implique a fondo durante la clase. Que cada uno aprenda a su ritmo, cuando tiene tiempo, en principio es una idea estupenda, pero si el trabajador no está motivado, su ritmo de aprendizaje podría ser menor que con la formación tradicional.
Sin embargo, si la empresa fomenta y recompensa el aprendizaje, los trabajadores estarán motivados y completarán con éxito su formación.
10. El flipped learning es eficaz, y acelera el aprendizaje
El flipped learning funciona. El alumno, al estar al mando de su propia formación, se implica mucho más a fondo que con la formación tradicional. Además, este modelo se centra en el desarrollo de las competencias, en lugar de limitarse a transmitir información. El trabajador, mucho más comprometido con su itinerario pedagógico, tendrá la motivación necesaria para llevar su aprendizaje al siguiente nivel.